No todos tienen miedo a morir, y no esta mal si algún creyente teme a la muerte en un momento dado. Mas el creyente maduro en la fe, no teme a la muerte. Puede tener miedo al sufrimiento por ejemplo; pero no teme llegar a morir pues tiene claro su destino.
Cuando Dios creo a la humanidad, su propósito original fue, que el hombre seria eterno. Cuando el hombre cayo en pecado, el plan original de Dios quedo truncado en el sentido original de vivir eternamente disfrutando de la naturaleza y los múltiples beneficiosos de vivir en la presencia de Dios. El plan de Dios había sido que Adán y Eva, vivieran una vida santa; y con su presencia nada les haría falta. Hoy por hoy, el hombre tiene su tiempo de nacer, de vivir, y después el partir de este mundo pecaminoso. Después de la caída del hombre, mejor es que el hombre no viva eternamente; solo de imaginarlo es indeseable vivir mucho tiempo en esta vida que cada día esta mas degradada y alejada de Dios.
El creyente en Cristo, anhela el poder encontrase algún día con su Señor y salvador Jesucristo. El apóstol Pablo expreso lo siguiente: “Porque para mi el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” Filipenses 1:21-23. Por un lado el apóstol Pablo deseaba partir con Cristo, y por otro lado deseaba seguir con vida, sabiendo y deseando seguir siendo útil en las manos de Dios en la iglesia naciente. La iglesia primitiva.
El creyente en Cristo no teme morir; pero si puede no desear partir de este mundo por alguna razón. Ejemplo, dejar hijos huérfanos, familiares, ministerio, etc. Mas, sin temor a equivocarme, el creyente que vive en integridad para con Dios, no le teme a ese día para el cual nadie se prepara; la muerte. Todos nos preparamos para muchas cosas: para hacer viajes; para tener vida matrimonial; para hacer cambio de domicilio; para ser padres; etcétera; pero nadie se prepara voluntariamente para morir. ¡Todos queremos vivir es la realidad!. ¿Cuántos desean partir con Cristo pregunta?. __Yo deseo cada día, que su venida fuese hoy mismo, pero deseo vivir también por causa del Evangelio de Cristo si Él tardara en venir. Mi anhelo es ser parte de los vivos arrebatados, es mi mas grande anhelo. Lo que Dios haya determinado sobre mi vivir, estará bien hecho; que se haga su voluntad en mi vida.
- La gente sin Cristo, teme a la muerte.
¿Por qué muchos temen a la muerte es el tema de hoy? La razón es, que el alma del ser humano, no importa si es creyente en Cristo, ho si no lo es. El alma de cada ser viviente, tiene muy claro que Dios le creo. La mente humana puede no comprenderlo; pero el alma lo tiene muy claro. Las personas sin Cristo, temen a la muerte porque su alma de ellos sabe que al morir habrá que rendirle cuentas a Aquel quien le creo. No importa si el cuerpo en donde habitaba el alma, creía en Dios ho no, eso es independientemente. El alma que teme a Dios, y vivió en el temor de Dios; no teme a la muerte porque sabe a donde va a ir a parar al morir. Contrariamente sucede en un corazón sin Cristo. El hombre sin Cristo, teme que llegue el día de su partida, a razón de que no sabe a donde va ir a parar; esto a consecuencia de sus malas obras. Muchas son las veces, que he escuchado decir: __”No Dios no puede perdonarme, he sido malo.” Dicen las santas Escrituras: Ez.18.20: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.”
Biblia, NTV: “La persona que peque es la que morirá. El hijo no será castigado por los pecados del padre ni el padre será castigado por los pecados del hijo. Los justos serán recompensados por su propia conducta recta y las personas perversas serán castigadas por su propia perversidad.”
Cuando la palabra de Dios, se refiere a: “La persona que peque es la que morirá”. Se refiere a, la muerte espiritual, no a la muerte física. El cuerpo físico quedara en huesos, pues los órganos se los comen los gusanos; es el alma la que ho se llega a salvar ho, será condenada a sufrimiento eterno. De allí, que el alma que le pertenece a Cristo no teme a la muerte; pues sabe que su alma amo a Dios su Creador, y vivió en sujeción a Él mientras tuvo vida. El alma que no vive en integridad para con Dios, teme que el día de su muerte llegue; esto a razón de que sabe que sus caminos han sido contrarios a la voluntad de Dios. Por mas que el hombre sin Cristo, repita mil mantras, ho miles de oraciones positivas, ho clame a Buda, ho la virgen María; el alma sin Cristo tiembla al concebir el día de su muerte.
Al hombre le creo Dios, y le dio libre albedrio para decidir amarlo y obedecerlo; ho rechazarlo he ignorarlo. Según sea la decisión personal del hombre, será su condenación ho su salvación su destino final.
- El alma del creyente en Cristo, no se queda en el hoyo al morir.
El Salmista, decía para si mismo mientras alababa a Dios, ministrándose así mismo: “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. 3 El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; 4 El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; 5 El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. 6 Jehová es el que hace justicia
Y derecho a todos los que padecen violencia.” Sal. 103:1-6.
El creyente en Cristo, puede temer al sufrimiento, y quizá hasta angustia por el dolor, ho pena moral por alguna causa; pero no teme morir indiscutiblemente. El alma en Cristo, sabe que su alma no se quedara en el hoyo cuando muera, sino que para vida eterna fue comprado a precio de Sangre. 1 Co. 6.20: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
- El pecado y no la muerte, es lo que nos separa de Dios.
Ro. 6.23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Cuando el cuerpo pierde el alma, es decir, muere; es el alma la que parte con su Creador. Dios envío a sus ángeles a recoger el cuerpo de Moisés. Esto último en mención, el libro de Judas lo declara de la siguiente forma:
Judas 1.9: “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.” La Biblia no menciona que era lo que disputaba Satanás. El alma de Moisés le pertenecía a Cristo sin duda alguna; pero al parecer Satanás aun peleaba el cuerpo de Moisés. Cuando un creyente en Cristo muere, se le da santa sepultura; y su alma parte con Cristo. En mi humilde opinión, sobre el porque Satanás peleaba no el alma de Moisés, sino el cuerpo; fue a razón de que Satanás sabia que el alma de Moisés le pertenecía a Cristo; su alma no la podía pelear. Lo que este siervo de Dios representaba para la historia del pueblo de Dios. Israel; era lo que a Satanás le importaba dado lo que podía ganar si lograba apoderarse del cuerpo de Moisés. Seguramente, según mi perspectiva bíblica, el enemigo de las almas; hubiese llevado a las gentes a idolatrar los restos de Moisés. Al caer las personas, en el pecado de la idolatría, mas almas para su reino de condenación eterna. Satanás siempre le lleva la contraria a Dios, es su enemigo, y enemigo también del cuerpo de Cristo; luchara hasta su ultima oportunidad para engañar a cuantos le sea posible. Me extenderé mas en la según parte de este tema, si Dios me lo permite.
Todos, creyentes y no creyentes, pecamos de una ho otra forma. Mas no es lo mismo, pecar porque uno decide hacerlo con toda la voluntad propia; y otra muy distinta es pecar pues porque somos humanos. El apóstol Santiago, hermano de nuestro Señor Jesucristo lo enseño: “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” Stg. 3:2. La cuestión es alejarnos del pecado tanto como podamos, ya que no es la muerte física la que nos separa de Dios, sino la muerte espiritual la que nos priva de poder vivir algún día eternamente con el Señor.
- Nuestra ciudadanía esta en los cielos.
Jn. 21:15-19. Mientras hay tiempo, hay que buscar, y servirle a Dios; entre tanto hay vida y la salud lo permita hay que obedecer y servir a Dios. Llegando nuestra partida, la muerte, habrá acabado el trabajo; pero nuestra alma sabrá que hizo lo correcto al temer y servirle a Dios cuando paso por esta tierra.
Fil. 3.20-21: “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador. 21 Él tomará nuestro débil cuerpo mortal y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él. Lo hará valiéndose del mismo poder con el que pondrá todas las cosas bajo su dominio.” NTV
No olvidemos jamás, de donde venimos, y ha donde vamos. Nunca olvidemos lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, y de donde nos ha sacado el Señor; luego después tengamos siempre claro hacia donde vamos. Nuestra estadía final no es en esta tierra, como enseñan los Testigos de Jehová; somos peregrinos Camino a la vida eterna en Cristo Jesús. Conociendo esto, no hay razón para temerle a la muerte; pero si es preciso y necesario temerle a Dios para no quedar fuera de la mansión celestial. Que nuestro nombre este escrito en el libro de la vida, eso si es meramente necesario pues anhelamos vivir una eternidad con Cristo. La obediencia, y el temor a Dios, son la llave a la vida eterna. Ap. 20.15: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”
- No se le debe temer a la muerte, pero si a que el alma se pierda al morir.
1 Jn. 2.15-17: Asegurémonos de vivir en obediencia a Dios, y os aseguro que no se experimentara miedo a morir.
Juan 11:25-26: “Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, 26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? La Biblia de las Américas (LBLA)
Mas claro imposible!.. Jesús lo declaro, quien en Él cree, aun que llegue a morir físicamente; espiritualmente jamás morirá. Su alma se reencontrara con Su Creador para siempre; y su cuerpo terrenal algún día terminara siendo trasformado, 1 Co. 15: 51-58. Una vez ya poseyendo un cuerpo glorificado, puede entonces vivir eternamente al lado de su Señor y Salvador Jesucristo.
Ro. 14.8-10: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.”
Temer a Dios es la clave para alcázar salvación. Todo lo demás, dejémoslo en la manos de Dios. No hay razón para temerle a la muerte, si se pertenece a Cristo, y se conduce en el temor de Dios. Amén. Dios le bendiga grandemente.
Lourdes Rangel Ministries
Mayo 18 del 2020